La mayoría de los colombianos cuando escucha hablar de la diversidad étnica y cultural de la nación piensa que esta expresión se refiere sólo a la existencia de indígenas y afrocolombianos. Pocos entienden que la expresión alude en algún sentido a las diferencias entre un costeño, un valluno y un llanero. Muchos consideran que entre los indígenas no hay diferencias y para otros los raizales de San Andrés y Providencia no se distinguen de los chocoanos. Sin embargo, la realidad es bien di- ferente. Veamos un poco cómo es la situación:
Pueblos Indigenas:
Existen en el país más de 80 Pueblos Indígenas que hablan 66 lenguas. Cada uno de estos pueblos tiene su cosmovisión, sus códigos diferentes de significación de la realidad, sus valores, creencias, costumbres y ex- presiones artísticas y religiosas que los diferencian entre sí y con los demás colombianos. Según el Departamento Nacional de Estadística (DANE) la población indígena en Colombia para 1997, se calculaba en 701.860 personas, lo que equivale al 1.75% de la población total del país. No obstante su reducida proporción en comparación con el total de la población, Colombia ocupa, después de Brasil, el segundo lugar en América Latina en cuanto a número de pueblos indígenas.
De éstos, sólo dos pueblos sobrepasan las 100.000 personas: los nasa, más conocidos como paeces (118.845) y los wayúu (144.003). Además, hay varios grupos con menos de 100 personas, por lo cual se les considera en inminente peligro de extinción, entre ellos están los taiwano, los pisamira, los makaguaje y los bara. Quizás donde más se puede apreciar la diversidad indígena es en la lengua. Según la investigadora Maria Trillos, la diversidad lingüística de los indígenas colombianos es tal vez única en América. Las 66 lenguas inventariadas actualmente pertenecen a 18 familias lingüísticas diferentes. Se encuentran lenguas representantes de las grandes familias lingüísticas suramericanas: Arawak, Caribe, Quechua, Chib- cha, Tupí-Guaraní.
Hay lenguas pertenecientes a familias regionales como Tukano, Guahibo, Uitoto, y lenguas aisladas como el Páez, el Guambiano, el Ka- mëntsá o el Ticuna. Hay lenguas tonales como las del suroriente asiático o de Africa Central; flexionantes a la manera del griego o el latín (kogui, damana, ika), aislantes como las lenguas malayo-polinesias (em- berá); polisintéticas a la manera del esquimal (kamëntsá); acusativas como el español o el inglés; ergativas a la manera del vasco o las lenguas del Cáucaso; mixtas como algunas lenguas australianas o el maya (damana, arhuaco).
Otro aspecto que muestra la diversidad de las culturas indígenas es el referido a las relaciones de dichos pueblos con la naturaleza, resultado de miles de años de experiencia y de convivencia con ecosistemas determinados. Estas concepciones se expresan a través de los mitos, los ritos y la variedad de prácticas productivas Afrocolombianos. Los afrocolombianos se calculan entre cinco y ocho millones de personas. Están asentados a lo largo de la Costa del Pacífico, desde Panamá hasta el Ecuador; en la Costa Atlántica; en las tierras bajas de los valles interandinos de los ríos Magdalena, Cauca y Patía y en las principales ciudades. Los habitantes de San Basilio de Palenque hablan, además del español, una lengua que tiene muchas expresiones del portugués y del español, y en la cual sus palabras africanas y su sustrato gramatical provienen del ki-congo, una lengua bantú.
Los esclavos importados a América, procedían de grupos con una gran diversidad étnica y linguística. Muchos de ellos provenían de grandes civilizaciones de los reinos de África Central y de los imperios sudaneses de Ghana, Malí y Songay, “Estados legendarios que ostentaron épocas de poder y esplendor comparables a las de las civilizaciones que por el mismo tiempo surgían en Europa: reyes y cortes; sociedades y jerarquías religiosas; mercados y ejércitos; sacerdotes y artistas; arquitectos y artesanos; mineros y orfebres; bibliotecas y maestros”. Arrancados de su hábitat y transportados en condiciones infrahumanas a otro continente donde se les sometía a la más abyecta esclavitud con individuos de otros pueblos de lengua y cultura diferente, los afroamericanos se vieron en la necesidad de desarrollar procesos de reintegración étnica y construcción de nuevas identidades enraizadas en sus culturas originarias, pero tomando elementos de las culturas europea y americana.
En este proceso la memoria representó el mayor patrimonio de los capturados, pues gracias a ella pudieron reconstruir sus identidades. Durante el período de la esclavitud no llegaban, según Arocha, “poblaciones aglutinadas sino cargas de personas distintas” (Arocha, 1999: 38, enfatizado en el original).
Por eso, afirma el citado autor:
“Pensemos que aquí pudo haber desembarcado un arquitecto, pero no la arquitectura dogón de Malí; un sacerdote, pero no todo un complejo ceremonial, mítico y litúrgico de los ngolas; un médico, pero no la medicina balanta del río Cacheo. Una mayoría de postadolescentes, cuya formación por lo general estaba lejos de concluir, se bajó de las naves con recuerdos que aplicó a las riquezas del nuevo continente y a las artes de indios y españoles, hasta ir haciendo culturas nuevas. Éstas ostentaban el legado africano, pero no eran africanas; dejaban ver los préstamos de América y Europa, pero no eran ni americanas ni europeas”
Raizales Son unos 30.000, habitan en San Andrés, Providencia y Santa Catalina; además del creolle,hablan el inglés como segunda lengua; los raizales lo han logrado mediante 70de1993, el reconocimiento como pueblo diferente de los afrocolombianos, ya que son el resultado de un complejo proceso de interacción entre africanos importados como esclavos, africanos llegados de las islas del Caribe e ingleses y europeos, que los habían traído para sus plantaciones de algo- dón y sus actividades comercia- les. El archipiélago estaba bajo el dominio de la Corona españo- la, sin embargo, predominaron la lengua inglesa y la religión bau- tista. En el siglo XX el Estado co- lombiano hizo numeroso intentos por castellanizarlos y convertir- los al catolicismo, pero ellos han resistido manteniendo su identidad.
Rom y Gitanos
En el mundo los gitanos pertenecen a tres pueblos diferentes: Cíngaros-Kalderash, Manuches y Gitanos. Su lengua es el romanó o romanés, el cual, no obstante sus variantes dialectales, les permite la comunicación en todo el mundo. Su llegada a América, parece haberse dado simultáneamente con el arribo de los primeros españoles.
Las migraciones iniciales tuvieron un carácter disciplinario, ya que muchos gitanos que no aceptaban la orden de expulsión de Europa, eran enviados a América. En siglos posteriores hubo una emigración voluntaria. Años más tarde se desató la persecución contra ellos y la Legislación Indiana ordenó la deportación inmediata de aquellos que se encontraran en América.
Hacia mediados del siglo XIX hubo nuevas migraciones a Colombia, a través de Panamá.
Después de la Segunda guerra mundial se presentó un aumento de la población gitana en nuestro país, la cual es estimada por algunos, actualmente, en 8.000 y por otros en 10.000 personas, perte- necientes al grupo Cíngaro- Kalderash. Hay diferentes linajes o clanes como los Bolochoc, Boyhás, Churon, Mijhais, Jhanés,, Langosesti y Bimbay, aunque muchos de ellos han adoptado apellidos como Gómez o Men- doza. Sus principales asenta- mientos en Colombia están en Ita- güí (Antioquia), Bucaramanga y Bogotá (Colombia, DNP, 1999).
Entre los elementos constitutivos de la identidad del pueblo rom se señalan: idioma propio; larga tra- dición nómada y su transforma- ción en nuevas formas de itine- rancia; valoración de los grupos de edad y sexo como ordenado- res de estatus; cohesión interna y diferenciación frente al no rom; organización social basada en los grupos de parentesco; derecho consuetudinario, conocido como la “ley gitana” o Kriss, ex- presada en un conjunto de normas tradicionales e instituciones que regulan su aplicación (Ibíd.). Indígenas, afrocolombianos, raizales y rom reclaman el derecho a la diversidad como pueblo, es decir, exigen el reconocimiento de su identidad étnica.
La identidad étnica etnicidad se entiende como el sentido de pertenencia a un grupo, a partir de la aceptación de un origen común, una historia, una cultura, una lengua y unos valores comunes. Esta identidad se asume como opuesta a la identidad mayoritaria, la cual estaría asociada con grupos dominantes, a los cuales no se les aplicaría la noción de etnia. Los grupos étnicos, además del reconocimiento cultural y la identidad de grupo, reclaman derechos político-administrativos (Picó, 1999; Othón, 1992).
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